Skip to content Skip to footer

De curar a sanar

Hace unos años empecé a cuestionarme algunos aspectos de mi formación como médica. Que entiendo se extienden a todo el colectivo médico a nivel mundial, ya que los modelos educativos no suelen variar mucho entre los diferentes países dentro de lo que es la medicina moderna. 

Acá me refiero principalmente a la “occidental”, porque los sistemas médicos tradicionales tienen una visión mucho más amplia de la salud (como la medicina ayurveda, la medicina tradicional china y otras formas de practicar la medicina en pueblos originarios).

Profesional de Salud

Con la llegada de la pandemia, el término “profesional de la salud” invadió los medios. Y entonces, empecé a reflexionar sobre lo que significa. Como “profesional de salud”, me dí cuenta que portamos orgullosamente una etiqueta que no sabemos leer, porque está escrita en un idioma que no hablamos. ¿O que no nos enseñan a hablar?

Realmente creemos estar capacitad@s sobre la salud, cuando en realidad la mayor parte del enfoque tanto en la formación como en la práctica, está en la enfermedad. A ver, sí, estudiamos la definición de salud y la fisiología del cuerpo en estado de salud, pero mayormente estudiamos cómo ocurren las enfermedades y cómo tratarlas. Y durante muchos años, los avances de la medicina trajeron consigo cambios tan drásticos en los indicadores de salud pública (llámese expectativa de vida, mortalidad maternoinfantil, etc), que nos convencimos que el camino que estábamos recorriendo era el correcto y, por sobretodo, el único. 

Pero pasadas esas etapas iniciales de los siglos XIX y XX, pisando el siglo XXI, empezamos a tener nuevos problemas que nos encontraron un tanto cortos de recursos. El incremento en la incidencia de enfermedades autoinmunes, enfermedades crónicas no transmisibles, enfermedades psicosomáticas, todo el abanico de enfermedades mentales, el estrés crónico y muchas más cosas. Pero seguimos sin entender la integralidad de la problemática.

( Antes de continuar quiero hacer una aclaración, y es que a fines prácticos me voy a referir a la unidad de mente-cuerpo-espíritu que somos como simplemente cuerpo ).

Y es que, ¿entendemos realmente cómo opera ese proceso de la enfermedad a la salud, y a la inversa, de la salud a la enfermedad, en el cuerpo de esa persona como unidad?

Como mi cerebro estuvo programado durante 7 años para pensar de esta manera, no puedo dejar de visualizar un camino metabólico con dos extremos: salud y enfermedad. Con flechas hacia ambas direcciones entre los conceptos que representan las vías a través de las cuales ese proceso ocurre.

La flecha que se dirige de salud a enfermedad está clarísima, llena de algoritmos y fórmulas para explicarla. Pero la flecha en dirección opuesta -de enfermedad a salud,- no puedo dejar de imaginarla como un enorme signo de interrogación. Es como si ocurriera “y ya”. Y cuando eso ocurre, orgullosos, nos galardonamos con el éxito terapéutico. -Caso cerrado-. 

Sin embargo, a veces solo logramos una mejoría de los síntomas pero no una verdadera sanación, con todo lo que eso implica. 

¿Acaso puede el cuerpo sanar cuando en realidad lo único que hacemos es acallar los síntomas

Me sorprende que algunas ocasiones, luego de intentar futilmente diversos tratamientos, las personas se curan y ni siquiera sabemos por qué. Entonces solo se le suele decir a esa persona: “lo que sea que estés haciendo, sigue haciéndolo, porque te está haciendo bien”. 

¿No sería acaso importante entender realmente por qué la gente se “cura”? ¿Alguna vez les preguntamos qué están haciendo y le damos la jerarquía necesaria a esas acciones sanadoras que están llevando a cabo las personas? ¿No sería acaso útil conocer mejor estas acciones (y la fisiología detrás de ellas) e incluirlas dentro de nuestras “prescripciones médicas”? 

Siendo sincera, creo que ni siquiera a nivel individual llegamos a comprender ese proceso de salud enfermedad con la complejidad que representa. Lo cual me resulta aún más grave: nos auto proclamamos “curadores” -profesionales de la salud-, pero en su gran mayoría no entendemos ni predicamos en primera persona lo que la salud es. Al menos, hasta hace unos años, yo no lo entendía. 

Por un lado creo que esto ocurre en contexto de mecanismos de defensa enraizados en nuestra psiquis que nos dificultan ver la realidad tal cual es, principalmente por el dolor que eso pueda despertar en nosotros; pero, sin meternos en un campo que no manejo con destreza, creo que simplemente no nos educan para entenderlo. Ni a nivel cívico, ni a nivel “profesional de la salud”.

Pero bueno, supongamos que como “profesional de la salud” creemos entenderlo: ¿sabemos cómo emprender un camino terapéutico que aborde a la persona en su totalidad? ¿contamos con la responsabilidad afectiva y compasión para hacerlo? ¿entendemos el verdadero significado de la sanación? 

Pero, ¿Qué significa “sanar”?

Revisando literatura al respecto, dí con algunos artículos interesantes que explican un poco al respecto de lo que significa sanar. 

Curar

Por un lado podría decirse que el término curar es aquel que la medicina adopta de la ciencia, en su lógica operativa, para definir en términos cuantitativos, objetivos y “maquinistas” la obtención del objetivo terapéutico como de naturaleza “dual”. Si se está enfermo o se está sano. Algo es curable o es incurable. Se pueden medir valores de laboratorio, hay escalas para objetivar los hallazgos ecográficos y radiológicos, hay sistemas y algoritmos para todo. Bueno, casi todo. Y, además, el acto de curación suele venir de la manos de un tercero, de quién pasivamente aceptamos un tratamiento que mágicamente restaurará nuestra salud.

Sanar

Por otro lado, tenemos al término sanar que se plantea como todo lo opuesto: se caracteriza por ser un proceso activo que implica transitarlo en carne propia y que, justamente por eso, su naturaleza es subjetiva. No importa tanto el objetivo de perseguir la negación del problema (“no tengo más dolor, estoy curado”), sino comprender el problema y nuestra relación con el problema, independientemente del resultado. Se propone más bien como un camino de trascendencia del sufrimiento (a ésta altura empiezo a convencerme que el Buda sabía mucho más de salud que los médicos actuales), que ocurre dentro de la narrativa de vida de la persona que experimenta los fenómenos. 

Sanar, además, puede ocurrir en varias o todas las esferas de la vida a la vez. No existe una separación del cuerpo, la mente y el espíritu.

Del inglés: “heal”

De hecho, es interesante que en inglés la palabra sanar, que es “heal”, tiene un origen común con “whole” (que significa entero ó íntegro). Por lo que sanar no solo hace alusión a la restauración de la salud, sino al proceso por el cual “nos volvemos enteros”. 

Este término “whole” se define como la experiencia de estar en relación con uno mismo, con nuestro cuerpo, con la cultura y con otros. Por lo tanto, sanar (“heal”) está relacionado a la totalidad o integridad (“wholeness”). Dado que la integridad se experimenta en conexión con otros seres, indefectiblemente la sanación ocurre también en relación con otros. Una relación bilateral, en la que ambas partes se enriquecen y nutren del encuentro. Donde no solo se juegan los roles de médico o terapeuta y consultante (mal llamado “paciente”), sino también de seres humanos. Y ahí, en esa convergencia de seres que se encuentran para alcanzar cada uno su propia “mejor versión”, es donde ocurre el verdadero acto terapéutico sanador.

El aspecto colectivo de sanar

Cito a un colega que tiene un trabajo inmenso en el campo de la sanación, Lucas Casanova, cuando dice: “sana uno y sanamos todos”. Con una frase tan simple, transmite la importancia del poder sanador de la comunidad. Porque independientemente del encuentro terapéutico entre consultante y terapeuta, la sanación requiere un campo de acción mayor para hacerse visible: el colectivo. Por eso es tan importante tejer redes con otras personas que estén haciendo este mismo camino. 

Sanarse es mucho más complejo que curarse. Las personas enfermas pueden sanar y las personas sanas, también. También es un camino bastante más difícil de emprender, porque depende de nosotros y no de un tercero, y por eso hacer comunidad es tan importante. El camino de la sanación se camina mucho mejor en grupo que en soledad.

Conclusiones

Por supuesto que no opino que se deban dejar de lado ciertas cuestiones objetivas de la curación que facilitan medir la evolución de un proceso de salud-enfermedad (como un hemograma en una anemia o una ecografía en nódulos tiroideos), pero me parece que en el modelo médico actual nos estamos olvidando de toda la subjetividad de la vivencia de una persona. 

Mi reflexión entonces, es un llamado a prestar atención a estos conceptos en los procesos que experimentemos en nuestras vidas. Para no caer en objetivos reduccionistas que, por lo general, sólo conducen a más malestar.

Y, en la medida que sea posible, mi sugerencia es que elijas profesionales de la salud que apliquen ambos conceptos en sus consultas. Que validen tu vivencia y que además respeten y valoren todas las prácticas que te ayudan en tu proceso de sanación. 

Fuerza, no estás sol@.

La foto la tomé hace unos años en la Patagonia Argentina. Fue un momento muy mágico y sanador, cuando los caballos se acercaron entre ese polvo místico que flota al atardecer en el bosque.

2 Comments

  • sofi
    Posted octubre 22, 2022 at 2:26 am

    ¿Acaso puede el cuerpo sanar cuando en realidad lo único que hacemos es acallar los síntomas? – me parecio muy profunda la reflexion, como profesional de salud intento verme reflejada en cada persona a la que ofrezco mis servicios, ya que como humanos nos conectamos en nuestra faceta mas vulnerable donde este, por su lado acude con una necesidad o duda, y yo por mi parte, como persona que busca servir al projimo a traves de mis cualidades y formacion. Por esto me parece tan importante practicar la empatia y salir del papel autoritario que estuvo presente tanto tiempo, en la medicina occidental.

    • Post Author
      Erika Neumann
      Posted septiembre 5, 2023 at 7:13 am

      Que lindas palabras, Sofi. Creo que más allá de la responsabilidad que tenemos frente a la persona que nos consulta, quienes pudimos “despertar” y ver estos cambios que están ocurriendo en el paradigma médico, debemos también encargarnos de concientizar a otros colegas a través de nuestro ejemplo y palabras. La frase trillada de “sé el cambio que quieres ver en el mundo” no podría aplicar mejor en este caso! jaja. ¡Estamos juntas en esto !

Leave a comment